domingo, 10 de mayo de 2020

Las plantas inferiores

Los briófitos son, sin lugar a duda, las "plantas inferiores" por excelencia, Son los organismos vegetales que menos atención han recibido por parte de los botánicos, a pesar de su papel clave en la transición que sufrió la vida vegetal desde el agua a la tierra. Los briófitos son el hijo menos favorito de la Botánica, y, en consecuencia, uno de los grupos de plantas terrestres menos conocido.

Algunas ya sabréis que, si nos referimos a los briófitos en sentido estricto nos referimos al grupo taxonómico en el que se encuadran las pequeñas plantas terrestres que llamamos "musgos" (División Bryophyta). Sin embargo, el término usado en su sentido más amplio, hace referencia a lo que se conoce en sistemática como un grupo parafilético (ver Figura 1.), pues, realmente, con él no tenemos en cuenta a todos los organismos que se debería para hablar de una familia al completo. Esta última acepción, menos estricta, engloba tres grupos "verdaderos", o lo que es lo mismo, tres grupos monofiléticos: el de los musgos (antes mencionado), el de las hepáticas (Div. Hepaticophyta o Marchantiophyta, ambas formas están aceptadas) y el de los antoceros o antocerotas, entre otras muchas acepciones derivadas de su nombre científico (Div. Anthocerotophyta). En definitiva: una acepción del término hace referencia a los musgos exclusivamente, y la otra a "los musgos y sus primos".

Figura 1. A la izquierda: filogenia de la llamada "línea verde". Los briófitos no forman un clado monofilético pues el grupo no abarca todos los descendientes del ancestro común. A la derecha, ilustraciones de ejemplares de los tres grupos: (a) Hepática. (b) Musgo. (c) Antocerota. 
Fuente: modificado de Estébanez-Pérez, 2011.
Lo cierto es que, la desigualdad que sufren los musgos y sus primos puede entenderse como una preferencia por los organismos más grandes - y ya, si tienen ojitos redondos, plumas o pelo, ¡apaga y vámonos! -. Algo que ya se olía Linneo en su época y que dejó muy claro con el siguiente ejemplo, también aplicable a los briófitos en general:

"A natural instinct teaches [us] to learn about nearest things first, and the most minute last, for example, the larger plants first, and the smallest mosses last" (2002:112)

El desinterés hacia los briófitos, en esencia, es una cuestión de perspectiva. Pero este no es el único motivo. Lo cierto es que, además de pasar desapercibidos por su tamaño, los musgos no nos son útiles, y eso les hace estar en el último puesto de nuestra escala de "por el interés te quiero, Andrés". No me sirves, no me molesto. Ya lo dijo Henry S. Conard, un importante briólogo estadounidense, sobre los musgos en 1956:

"Perhaps no great group of plants has so few uses, commercial or economic, as the mosses"

Esta situación resulta un tanto contradictoria si tenemos en cuenta que los tres grupos de briófitos juntos constituyen el grupo de plantas terrestres más diverso, después de las angisopermas (ver Figura). Los briófitos superan incluso a grupos que, a priori, esperaríamos que fueran más diversos, como es el de los pteridófitos (helechos y afines) y, con diferencia, el de las gimnospermas.

Figura 2. Gráfico comparativo para la riqueza de especies en cada grupo de plantas terrestres. Cuesta ver a la gimnospermas, pero estar, están.
Fuente: elaboración propia con datos de Corlett, 2016.
Sorprende más todavía esta indiferencia por estas pequeñas plantas cuando descubrimos que, con la excepción de los ecosistemas marinos, los briófitos se encuentran en todo tipo de ambientes, que su contribución a la biomasa de ciertos bosques puede alcanzar el 50% del total y que en otros hábitats como en las turberas y en la taiga conformen casi la totalidad de la cobertura vegetal. Esta ubicuidad y abundancia hace grande la importancia de la brioflora en los ecosistemas.

La diversidad briofítica recogida sólo en territorio europeo hace la friolera de 1790 taxones, lo que supone únicamente un 11% del total. En España (sin incluir los datos de las Islas Canarias), ¡existen cerca de 1143 taxones! (862 musgos, 276 hepáticas y 5 antocerotas; Brugués & Cros, 2015). Lo que quiere decir que, sólo en el territorio español está presente el 64% de la brioflora europea. De cualquier manera, este hecho nos convierte en los poseedores de una gran porción de la diversidad de musgos, hepáticas y antoceros europeos, pero sobre todo, nos convierte en los responsables de su conservación. Al contrario que las plantas vasculares, que presentan una alta tasa de endemicidad en la península, sólo 5 especies de briófitos son realmente exclusivas (endémicas) de la península y Baleares: Orthotrichum casasianum, Acaulon dertorense (ver Figura 3.), Aschisma cuynetti, Exsertotheca baetica y Cinclidotus vivesii.

Figura 3. A la izquierda Orthotrichum casasianum, catalogada como en peligro crítico (CR) sólo se conoce una población localizada en Álava y a la izquierda Acaulon dertorense, catalogada como "de preocupación menor". 
Según la última Lista Roja de los Briófitos de España (2012) existen 272 taxones catalogados con algún grado de amenaza (193 musgos, 79 hepáticas y, de momento, ningún antocerota). Aunque según estos números los musgos serían el grupo más amenazado, hay que tener en cuenta que también son el grupo más diverso. Sin embargo, bien es cierto que su uso como sustrato en jardinería y horticultura, y, en concreto, su uso en los países católicos, entre los que se encuentra España, para la decoración de belenes (sí, belenes) es una amenaza importante y real, aunque cueste creerlo.

De momento, parece que, sólo un briófito, en concreto, una especie endémica de musgo, ha sido catalogada como extinta en nuestro país (Syntrichia abranchesii). Teniendo en cuenta lo poco que protegemos a los briófitos (ver Figura 4.) y lo amenazados que están por su recolección abusiva y el cambio climático no es de extrañar que esta situación empeore a medida que pasan los años.

Figura 5. En este mapa se recoge el número de briófitos protegidos por algún tipo de ley regional en cada comunidad autónoma. Un dato que sirve como forma de medir los esfuerzos conservacionistas y el nivel de implicación de cada región.
Fuente: Infante et al., 2017.  
En esta situación de riesgo, lo peor es el desconocimiento. A día de hoy todavía nos es difícil definir con precisión el ambiente en el que viven, su distribución, la situación y la estructura de sus poblaciones. Ni siquiera somos capaces de diferenciar individuos, pues se trata de organismos clonales que crecen entremezclados y formando céspedes. Parece que los propios briófitos, con su tamaño y sus manías, nos lo quieren poner difícil. Pero lo cierto es que, si se dedicara un mayor interés y mayores recursos a la investigación, podríamos salvar un tanto la distancia que nos separan de estos pequeños vegetales.

Nunca es tarde para mirar el suelo, la piedra húmeda o la corteza de un árbol y darse cuenta de que los briófitos siempre están ahí.

Fuentes bibliográficas:
  • Estébanez Pérez, B., Draper, I. & Medina, R. 2011. Briófitos: una aproximación a las plantas terrestres más sencillas. Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural. Segunda época. IX. 19-73. PDF.
  • Corlett, R. T. 2016. Plant diversity in a changing world: Status, trends and conservation needs. Plant Divers., 38, pp. 10-16. DOI: https://doi.org/10.1016/j.pld.2016.01.001
  • R. Garilleti & B. Albertos (Coord.) 2012. Atlas y Libro Rojo de los Briófitos Amenazados de España. Ed. Organismo Autónomo Parques Nacionales. Madrid, 288 pp. PDF.
  • Infante, M., Muñoz Puelles, L., Albertos, B., Garilleti, R. & Heras, P. 2017. View on Bryophyte Conservation in Peninsular and Balearic Spain: Analysis of Red Lists and Legal Protection. Cryptogamie, Bryologie 38(1), 19-51. DOI: https://doi.org/10.7872/cryb/v38.iss1.2017.19

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Lo dijo el mero

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