Todos conocemos la historia de Narciso,
¿no? Por si no es así, aquí traigo un pequeño recordatorio: Narciso era un
hermoso joven del cual muchas ninfas se enamoraban, pero él despreciaba el amor
y, por tanto, a todas esas jóvenes. Así que un día, éstas piden venganza al
cielo por ello y Némesis provoca que un caluroso día el joven Narciso se
incline sobre una fuente para calmar su sed (Fig.1A). Al hacerlo, se ve reflejado en el
agua y se enamora perdidamente de él mismo,
quedándose mirando su imagen reflejada en el agua hasta morir. Su cuerpo fue
entonces transformado en la flor que lleva su nombre. Los narcisos (Narcissus
sp), son unas plantas herbáceas de la Familia Amaryllidaceae originarias
de la región mediterránea, aunque también podemos encontrar especies en Asia
Central y China. Son plantas bulbosas que desarrollan flores de colores muy
diversos y con un olor embriagador, su floración se da principalmente en
primavera (Fig.1B)
A lo largo de la historia en muchas culturas gran cantidad de árboles, plantas y
flores se han convertido en símbolos o atributos de lugares, dioses, héroes…
Algo que se ha visto incluso reflejado en la etimología de los nombres de
muchas especies. En la entrada de hoy me propongo a contar curiosidades al
respecto y así, además, aprendemos un poco sobre mitología.
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Fig.1: (A) The beautiful Narcissus. Honore Daumier, 1842. (B) Narcissus pseudonarcissus, llamado comúnmente narciso trompón o trompeta.
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Uno de los dioses más ligado al
mundo vegetal es Apolo, principalmente por la cantidad desdichadas
relaciones amorosas que mantuvo en las que el amante se acababa transformando
en un árbol o flor. Su planta por excelencia es el laurel (Laurus
nobilis L.), y normalmente el dios aparece representado con una corona
formada por ramas de esta planta. Ésta pertenece a la familia Lauraceae,
y es un arbusto perenne de hojas lanceoladas originario de la región
mediterránea (Fig.2). La relación con Apolo es debida a la ninfa Dafne, cuyo nombre significa
‘laurel’ en griego, y que fue el primero de los amores de este dios. La
historia cuenta que Cupido hirió a Apolo con una flecha de oro provocando que
éste se enamorase de Dafne, pero a ella le lanzó una flecha de plomo cuyo
efecto era el alejamiento de sentir ese amor. El dios la persigue de manera
incansable en vano y Dafne, cuando ya no le quedan fuerzas para seguir huyendo,
suplica a su padre que le ayude y es entonces convertida en laurel (Fig.3).
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Fig.2: (A) Rama L. nobilis L. (B) Dibujo detalle del laurel hecho por el botánico alemán Otto Wilhelm Thomé (1885) |
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Fig.3: plano detalle de la escultura 'Apolo y Dafne' de Gian Loranzo Bernini (1622-1625), expuesta en la Galería Borghese (Roma) |
Entre otros amores de Apolo que acabaron con un final parecido encontramos a Cipariso, Jacinto o Clitia. Cipariso era un joven muy bello amante de Apolo que como acompañante tenía un ciervo sagrado domesticado, pero un día mientras el animal dormía Cipariso lo mató por equivocación. Desesperado, el joven pidió morir y que sus lágrima fluyesen eternamente; así que los dioses lo transformaron en ciprés (Cupressus sempervirens L.), el árbol de la tristeza. El ciprés mediterráneo es un árbol de hojas perennes perteneciente a la familia de las Cupresáceas y originario de la zona Este del Mediterráneo. Tiene un tronco grueso y una copa estrecha y compacta, puede alcanzar hasta más de 30 metros y es empleado en la decoración de parques y jardines, además es típico verlo en cementerios dada su simbología funeraria (Fig.4A y 4B).
Otro de los hombres cuya belleza
sedujo a Apolo fue un príncipe llamado Jacinto, hijo del rey Ébalo de Esparta.
Pero su final fue también trágico, un día el dios estaba entrenando lanzamiento
de disco y tuvo la mala suerte de golpear sin querer al joven, matándolo de un
golpe. Desconsolado por ello, Apolo hizo brotar de la sangre del joven una flor
que desde entonces lleva su nombre. El jacinto (Hyacinthus spp) es
un género de plantas bulbosas originaria de la zona de Turquía y Siria. Las
inflorescencias aparecen en primavera, poseen muchas flores
de muy diversos colores dependiendo la especie (Fig.4C y 4D).
La diosa del amor y la belleza, Afrodita
(la Venus romana), cuenta también con un gran repertorio de atributos vegetales, como no podía ser menos. La flor más
conocida con la que se le relaciona es la rosa (Rosa sp), nombre
con el que se denomina a las flores de plantas arbustivas generalmente
espinosas y principales representantes de la familia Rosaceae (Fig.6B). Una de
las leyendas cuenta que el rosal creció en la tierra al poco tiempo de haber
nacido la diosa (Fig.6A) que, con el fin de dar prueba de su poder, hizo brotar una
espléndida rosa creando así una flor tan preciosa y perfecta como ella misma.
Otra historia cuenta, además, que al inicio la rosa era blanca y se volvió roja
por la sangre de la diosa que se lastimó con las espinas al ir a socorrer a su
amado Adonis.
En relación con Adonis también,
encontramos a las anémonas. Éste es el nombre común de las plantas
pertenecientes al género Anemone de la familia Ranunculaceae. Son
plantas perennes con un tallo subterráneo muy extenso y que se encuentran
distribuidas por zonas templadas de ambos hemisferios. Según Ovidio, Adonis fue
herido de muerte por un jabalí. Afrodita entonces al ver a su amante moribundo
baja a la tierra y hace que su sangre se transforme en una flor. Esta flor se
identifica habitualmente con las anémonas (Fig.6C), cuyo nombre deriva de la
palabra griega que designa al “viento” haciendo referencia a la rapidez con la
que se marchita y la fugacidad de su floración. Por eso además se convirtió en
un símbolo de dolor y muerte.
Ya que hemos mencionado la muerte
en varias ocasiones, qué menos que introduciros el Inframundo o Hades.
Según la Odisea de Homero, este lugar se encontraba más allá del horizonte marítimo.
Tras entrar en él, el difunto se dirigía al Aqueronte, el río que rodea el
Inframundo, para cruzarlo en la barca de Caronte. En la otra orilla, el alma se encontraba con el Can Cerbero, el
perro guardián de tres cabezas. Dentro del Hades había diferentes zonas: el
Tártaro (para los condenados, era la región más profunda), los Campos Elíseos
(para los bendecidos, donde se encontraban los grandes héroes tras su muerte) y
los Campos Asfódelos (lugar en el que vagaban la mayoría de las almas de los
muertos). Me voy a centrar en hablar sobre esta última zona.
Los Campos Asfódelos se extienden atravesada la laguna del Estige. En ellos se encuentran las almas arrastrándose en un estado de olvido del mundo y vida terrenales, y están cubiertos de asfódelos o gamones (Asphodelus albus). Esta es una herbácea que florece entre abril y agosto y en otoño se mantiene reseca, presenta inflorescencias en racimo simple o compuesto y las flores son blancas (Fig.7A). Se consideraban flores a través de las cuales los muertos podían emitir señales al mundo exterior. Dentro de este grupo de plantas con sentido funerario encontramos también a los agapantos (Agapanthus africanus) o las violetas (Viola odorata) (Fig.7B y 7C). Estas últimas son plantas que pertenecen a la familia de las violáceas, son herbáceas ramificadas desde la base y que aparecen con el inicio de la primavera. En Grecia se decía que esta flor había surgido de la tierra para servir de alimento a Io cuando fue convertida en vaca por Hera. Sin embargo, que se las relacione con la muerte proviene de su asociación con Atis, un dios frigio que era compañero de Cibeles. Éste le fue infiel con una ninfa, y Cibeles como venganza derribó un árbol cuya vida estaba ligada a la de la ninfa, lo que volvió loco a Atis, que acabó muriendo. Fue enterrado después por la propia Cibeles, y su tumba se tapizó de violetas que brotaron del contacto de su sangre con la tierra.
Para terminar, no podría dejar
sin mencionar a Démeter (Ceres en la mitología romana), la diosa de la
agricultura y la fecundidad de la tierra. La especie a la que se le asocia por
antonomasia es el trigo (Triticum spp), una planta anual
cultivada ampliamente por todo el mundo que pertenece a la familia de las
gramíneas. Su origen está en la antigua Mesopotamia y la expansión de su
cultivo supuso una auténtica revolución agrícola en diversas culturas
mediterráneas (Fig.8A).
Según la leyenda, esta diosa le
regaló al héroe Triptólemo el primer grano de trigo y le encomendó la misión de
recorrer la tierra enseñando el cultivo a los hombres. En las representaciones
artísticas de esta diosa podemos verla a menudo acompañada de otras plantas
como el aciano (Centaurea cyanus, Fig.8B), la amapola (Papaver
rhoeas, Fig.8C) o la adormidera (Papaver somniferum, Fig.8D).
Su relación con estas plantas se justifica por su presencia en los trigales
durante la época de siega, por lo que son una señal de cosecha próspera y
abundante. La amapola es una flor usada desde la antigüedad con fines
medicinales y comestibles, es originaria del mediterráneo oriental y se cree
que se extendió por el resto de países Mediterráneos a partir del comercio de
cereales con la expansión de la cultura Neolítica. Por otro lado, la adormidera
se aprecia desde hace siglos por su valor ornamental, por el aceite que se
extrae de sus semillas y por el opio.
Esta última flor, debido a sus
propiedades somníferas, se relaciona también con el rapto de Perséfone (Fig.9), la hija
de Démeter. En Roma, se identifica con Proserpina y, según la
historia, esta bella muchacha estaba recogiendo flores cuando la tierra se
abrió y Hades la raptó para casarse porque se había enamorado de ella. Démeter
se puso a recorrer el mundo desesperada buscándola y abandonó el cuidado de las
tierras; intervino entonces Júpiter
que dispuso que Perséfone pasaría parte del año en el Inframundo y la otra
parte del tiempo con su madre. Démeter se relaciona entonces con esta flor ya
que probó su jugo narcótico para poder dormir y olvidar el dolor que le provocó
el rapto y la ausencia de su hija. Todo ello explica también la existencia de
las estaciones: en ausencia de su hija, la diosa de la agricultura está
afligida y descuida sus labores, por ello la tierra permanece estéril (otoño,
invierno). Pero cuando Perséfone regresa, la alegría del encuentro con su hija
provoca que la tierra vuelva a florecer (primavera, verano).
Fuentes
bibliográficas:
- Grimal, Pierre. Diccionario de mitología griega y
romana. 6ª ed., Paidós, Barcelona,1991.
- López Terrada, María José. (2005-2006). El mundo vegetal en la
mitología clásica y su representación artística. Ars Longa,
14-15. p. 27-44.
- González Serrano, Pilar. (2000-2001). La pradera de los Asfódelos. Más cerca de Grecia, 16-17. p. 105-120.
- Ovidio (Publio Ovidio Nasón, 43 a.C.- 18 d.C.). Las metamorfosis.
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