jueves, 19 de marzo de 2020

¿Para qué nos 'sirven' las rapaces?

Una de las principales metas de la divulgación en este blog, además de enseñar a disfrutar y conservar la naturaleza en la medida de lo posible, es transmitir la visión más utilitarista y pragmática de la naturaleza; en otras palabras: ¿para qué sirve? Aunque a algunos de vosotras/os os pueda chocar esto, mucha gente no empieza a dar importancia a la conservación del medio ambiente hasta que no ve en qué le puede beneficiar o cómo de manera indirecta puede afectarle negativamente la extinción de una determinada especie. Esta manera de entender la conservación se resume en un único concepto bautizado como 'One Health' - en español 'una única salud' - que afirma que la salud del medio ambiente, la de los seres vivos y la salud humana están las tres interconectadas en una sola, de forma que el deterioro ambiental termina por afectar a la salud no sólo de plantas y animales, si no también humana. 

Precisamente en estas semanas de crisis sanitaria debemos de realizar un ejercicio de reflexión y preguntarnos hasta qué punto el brote de esta epidemia, y en general de las enfermedades zoonóticas (aquellas que se transmiten de animales a humanos) debe su origen a la sobreexplotación de los recursos naturales y nuestra forma de vida cada vez más insostenible. Afelt, Frutos y Debaux (2018) sugieren que la deforestación en el sudeste asiático da lugar a focos de convivencia entre diferentes especies de murciélagos, animales domésticos y el ser humano, caldo de cultivo óptimo para el brote de enfermedades zoonóticas como el COVID-19. Para hacer frente a estas situaciones, y lo que es más importante, para lograr preveerlas, es esencial realizar estudios constantes que nos permitan detectar la presencia de contaminantes o enfermedades infecciosas en el medio ambiente y así mantener esa única salud en condiciones óptimas. Uno de los animales más útiles en esta tarea son sin duda las aves rapaces

Las aves rapaces o aves de presa son en su mayoría especies emblemáticas, esto es que despiertan un gran interés de conservación en la ciudadanía, ya sea por su importante papel en el ecosistema o por el símbolo que representan en una determinada región. En la Península Ibérica tenemos al águila imperial - Aquila adalberti - y el quebrantahuesos - Gypaetus barbatus - (fig.1), dos rapaces emblemáticas cuyo estado de conservación es vulnerable en ambos casos, según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la IUCN. Pero, ¿por qué son útiles las aves rapaces? ¿por qué debemos conservarlas? ¿en qué nos benefician?


Fig.1: Quebrantahuesos - Gypaetus barbatus
Las aves de presa o rapaces se alimentan de vertebrados, ya sea mediante la caza o mediante el consumo de carroña y en su mayoría son superdepredadores o depredadores alfa, es decir, que carecen de depredador natural y que, por tanto, se sitúan en lo más alto de la pirámide trófica, alimentándose de otros depredadores del ecosistema, pero sin llegar a ser alimento de otra especie (fig.2). Este rol de superdepredadores les hace acumular determinadas sustancias químicas de la cadena trófica llamadas sustancias PBT - Persistentes, Bioacumulativas y Tóxicas -. Estas sustancias en aves rapaces alcanzan elevados valores debido a su carácter bioacumulativo - es decir, que se acumulan a lo largo de la red trófica, de plantas a herbívoros y de éstos a los depredadores -. De esta forma, las aves rapaces se sitúan como valiosos indicadores de la presencia de contaminantes que pueden llegar de una forma u otra a ser peligrosos para el ser humano. A los organismos que presentan este valor de indicador de contaminación se les llama especies centinela, y el ejemplo más famoso probablemente sea el tradicional uso del canario - Serinus canaria - en las minas de carbón para alertar a los trabajadores de un exceso en los niveles de monóxido de carbono. 
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Fig.2: Esquema de una red trófica con el ave rapaz como superdepredador

El uso de rapaces como aves centinela ha sido determinante a la hora de estudiar el efecto de dos contaminantes principales. El primero de ellos es el plomo, que suele entrar en los ecosistemas a través de la munición de la caza y que, en ocasiones, afecta directamente a las aves carroñeras, que se alimentan de los cadáveres de las presas abatidas. El plomo tiene efectos drásticos en todo tipo de animales, siendo letales en la mayoría de casos - responsable del 20% de la mortalidad en el pigargo europeo (Haliaeetus albicilla) -. En humanos la ingesta de plomo se da mediante el consumo de carne de caza y tiene efectos igual de trágicos, afectando especialmente al sistema nervioso. 

El segundo contaminante de interés es el diclofenaco, antiinflamatorio suministrado al ganado en la India a partir de 1992. En la India son abundantes las poblaciones de buitres, rapaces carroñeras que se alimentan de los cadáveres de ganado, y que por tanto, a partir de 1992 comenzaron a ingerir el citado medicamento presente en la carne de carroña, letal para estas aves en casi todos los casos, que morían a causa de un fallo del riñón causado por el diclofenaco. Las poblaciones de buitres cayeron un 97%-99% y como consecuencia, otros animales carroñeros como los perros salvajes, portadores del virus de la rabia, aumentaron y con ello lo hicieron las mordeduras y, por tanto, los casos de rabia en el ser humano. En 2007 el uso veterinario del diclofenaco en la India fue prohibido y las poblaciones de buitres comenzaron a recuperarse (fig.3). Sin embargo, la crisis del diclofenaco dejó 48 000 muertes humanas por el virus de la rabia y un coste económico adicional en sanidad de 34 000 millones de dólares.
Fig.3: Evolución logarítmica de la población de buitres en India. Observamos un descenso desde 1992 con un índice poblacional de 1 hasta 2007 con un índice de 0.001 (descenso del 99%), y una recuperación a partir del 2007, año de retirada del diclofenaco con uso veterinario en la India, entre otros países.

En ambos casos, observamos que el seguimiento y estudio del efecto de altos niveles de contaminantes en las aves de presa nos aporta información clave a la hora de prevenir graves consecuencias en la salud humana, ya sea de forma directa como en el caso del plomo, o más indirecta como es el caso del diclofenaco. Sin embargo, las aves rapaces pueden llegar a sernos útiles además a la hora de prevenir enfermedades infecciosas, como la originada por la transmisión del Virus del Nilo Occidental (WNV) a través de las picaduras de mosquitos Culex, que transmiten el virus principalmente a rapaces y ocasionalmente a humanos y otros animales. El seguimiento de este virus en aves de presa es clave a la hora de prevenir brotes infecciosos en la población humana.

Estos ejemplos son esenciales para comprender por qué el interés de conservación va en ocasiones más allá del mero hecho de proteger el valor estético y simbólico de la naturaleza, y puede tener además un interés económico y social en el ser humano. Sin ir más lejos, un seguimiento de las condiciones ambientales en zonas que están sufriendo un importante impacto y un acelerado cambio del medio a causa de esta sobreexplotación, como el sudeste asiático, es vital a la hora de prevenir enfermedades y crisis sanitarias, sociales y económicas como esta crisis del COVID-19.

Fuentes:
  • IUCN Red List of Threatened Species - https://www.iucnredlist.org/
  • D. Pain, R. Mateo and R. Green, 2019. Effects of lead from ammunition on birds and other wildlife: A review and update.
  • P. Movalli, O. Krone, D. Osborn and D. Pain, 2018. Monitoring contaminants, emerging infectious diseases and environmental change with raptors, and links to human health.
  • A. Afelt, R. Frutos and C. Devaux, 2018. Bats, Coronaviruses, and Deforestation: Toward the Emergence of Novel Infectious Diseases?

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Lo dijo el mero

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